Una de las contribuciones a la educación y al conocimiento del ser humano más conocidas del pedagogo estadounidense Edgar Dale es su famosa pirámide de aprendizaje.
En el vértice de la pirámide están situadas las actividades que menos contribuyen a recordar y asimilar la información que recibimos, que son las actividades más pasivas y puramente verbales, como escuchar. En el gráfico se puede ver que las personas aprendemos más y mejor en aquellas actividades que requieren de una actitud activa, de una implicación directa en la propia actividad de aprendizaje, lo que se llama aprendizaje activo. Es en las actividades participativas, en las que interactuamos con los demás, discutimos, comunicamos y colaboramos, como más y mejor aprendemos.